Lección 3 // Martes 12 de julio
UNA VOZ PROFÉTICA – I
“Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desvalidos. Abre
tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso”
(Prov. 31:8, 9). ¿De qué forma podemos obtener estos principios y
aplicarlos hoy?
Hasta aquí, esta semana hemos notado que Dios quiere que su pueblo exprese
sus propias características de misericordia y justicia como parte de su
conducta ideal. Los profetas hebreos, a menudo, hablaban en favor de los necesitados,
llamando al pueblo de Dios a que se arrepintiera por representar mal la
preocupación divina por los marginados y los oprimidos. De hecho, Dios iguala
la conducta redentora abnegada con la verdadera adoración.
Lee Isaías 1:13 al 17. ¿Qué enseña esta declaración sobre la definición
divina de la adoración verdadera? ¿De qué manera podemos tomar
lo que aquí se expresa, en este contexto inmediato, y aplicarlo a nosotros
hoy? Es decir, ¿qué deben enseñarnos estos versículos ahora?
Aunque, por supuesto, muchos de los profetas del Antiguo Testamento
apuntaban a eventos futuros más allá de su propia vida, también se concentraron
fuertemente en reformas espirituales y morales, y en el servicio abnegado
en su presente. La voz profética de los siervos de Dios sonó más potente
cuando el pueblo hacía esfuerzos extravagantes para adorar pero no reflejaba
la compasión de Dios por los sufrientes que los rodeaban. Es imposible imaginarse
un peor testigo que aquel que está tan ocupado “adorando” a Dios que
no tiene tiempo para ayudar a los necesitados. ¿No será que quienes sirven al
Señor ministrando a otros revelan una forma de “adorar”?
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