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viernes, 17 de junio de 2016

Devocional 17 Junio: El aplazamiento de la muerte

Devocional para Adultos
17 de Junio del 2016

El aplazamiento de la muerte

«El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras».1 Tesalonicenses 4: 16-18.

¿CÓMO PODEMOS HABLAR de esperanza sin considerar la muerte o su gloriosa antítesis? ¿Sabías que la investigación médica ha demostrado que los seres humanos somos capaces de posponer nuestra muerte? Los médicos llevan tiempo suponiéndolo, pero ahora estudios empíricos confirman la verdad. Un caso famoso de aplazamiento de la muerte fue el fallecimiento de Thomas Jefferson, autor de la Declaración de Independencia de Estados Unidos, que sobrevivió hasta el quincuagésimo aniversario de la firma del documento, y luego falleció el 4 de julio de 1826. Los estudios en las muertes de los judíos y las chinas que viven en California revelan una caída significativa perceptible en sus tasas de mortalidad antes de la Pascua (caída del 25%) y antes del Festival del Medio Otoño (caída del 35%), lo que ha llevado a los investigadores a concluir que algunas personas son capaces de posponer brevemente su fallecimiento para alcanzar una ocasión significativamente importante para ellas.

Pero olvídate de esa palabra, «brevemente». ¿Te gustaría posponer tu fallecimiento para siempre?
Sin duda, la verdad más apasionante de la esperanza bienaventurada de la Segunda Venida de Jesús es el pronunciamiento divino de que la muerte (implacable maldición y mortal enemigo nuestro) no solo se pospondrá sino que, de hecho, quedará eternamente erradicada para todo hombre, toda mujer y todo niño que confíe en Dios para su salvación. De hecho, la muerte no solo se «pospondrá» eternamente para los amigos del Señor que estén vivos y aguardándolo cuando regrese, sino que la muerte también será eternamente erradicada para aquella «gran multitud, la cual nadie podía contar» (Apoc. 7: 9) que será resucitada en la Segunda Venida. El pronunciamiento triunfante de las Escrituras es que viene el día en que la palabra «muerte» será eliminada para siempre del vocabulario humano.

¡No es de extrañar que se llame a la esperanza «bienaventurada»! Una bienaventurada esperanza para nuestras familias desconsoladas que, entre lágrimas, se alejan por fin del campo santo y vuelven a una casa solitaria y a una vida que ha dejado una persona a la que tanto se amaba. «Porque yo vivo, vosotros también viviréis» (Juan 14: 19) es la promesa concreta que puede hacer que superemos la más negra noche hasta que él vuelva.

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