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sábado, 18 de junio de 2016

Devocional 18 Junio : Aún un poco más

Devocional para Adultos
18 de Junio del 2016

«Aún un poco más»

«Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos y una gran multitud. Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, que era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “No llores”». Lucas 7: 11-13.

¡CUÁNTAS VECES HE ESTADO, con dolor en el corazón, en un cementerio silencioso al lado de un esposo o una esposa desolados, de un padre o una madre desconsolados, o de hijos anonadados y afligidos, con el anhelo de que este Jesús de Naín pudiera entrar de repente en nuestro pueblo, tocar el frío ataúd y volver a llamar a la vida a la persona tan trágicamente arrebatada por la muerte! Hay mucho gozo en la vida de un pastor, ¡pero hay tantas lágrimas! Y las lágrimas por la muerte son las más dolorosas de todas.

Solo semanas antes de fin de curso y en la cima de su nueva carrera, la muerte de una joven dejó anonadada a la ciudad universitaria. A la conclusión de su funeral me mantuve de pie junto a su féretro mientras los dolientes pasaban junto a su cuerpo inerte. A solo unos metros del ataúd, su familia estaba sentada en la primera fila de la iglesia. Y parecía que, con cada doliente, joven o viejo, que se inclinaba ante ellos con un abrazo o un beso de condolencia, el dolor de los padres solo se agravaba. ¿Cómo puede un pastor tan siquiera ocultar sus lágrimas cuando brotan de forma tan copiosa a su alrededor?

Pero las lágrimas serían aún más amargas si solo tuviéramos esperanza para esta vida. No, refractada a través de nuestro dolor cristalino está esa esperanza resplandeciente que seguimos llamando bienaventurada. Y me encanta la forma en que El Deseado de todas las gentes enmarca su promesa: «Cristo va a venir en las nubes y con grande gloria. Le acompañará una multitud de ángeles resplandecientes. Vendrá para resucitar a los muertos y para transformar a los santos vivos de gloria en gloria. Vendrá para honrar a los que le amaron y guardaron sus mandamientos, y para llevarlos consigo. No los ha olvidado ni tampoco ha olvidado su promesa. Volverán a unirse los eslabones de la familia. Cuando miramos a nuestros muertos, podemos pensar en la mañana en que la trompeta de Dios resonará, cuando “los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados” [1 Cor. 15: 52]. Aún un poco más, y veremos al Rey en su hermosura. Un poco más, y enjugará toda lágrima de nuestros ojos. Un poco más, y nos presentará “delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría” [Jud. 24]» (cap. 69, p. 602; la cursiva es nuestra). Aún un poco más, amigo mío; aferrémonos a la esperanza.

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