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martes, 23 de julio de 2013

La miel y sus propiedades curativas (1)

La miel como remedio fue descubierta por nuestros antepasados de forma

empírica y desde hace mucho tiempo se conocen, entre otras, sus

propiedades antisépticas, dietéticas, edulcorantes, tonificantes,

calmantes, laxantes y diuréticas.

Aunque para muchos países occidentales la miel es un simple

edulcorante sustitutivo del azúcar, para otros es considerada como un

auténtico medicamento utilizado en múltiples afecciones.

Concretamente, en la antigua URSS los campesinos llamaban a las abejas

"las farmacéuticas aladas". No obstante, también se le han atribuido a

este alimento medicamento unas acciones farmacológicas que no posee,

ensalzando propiedades que no manifiesta.

Existen autores que defienden la teoría de que la miel tiene las

propiedades medicinales de las plantas de las cuales procede,

atribuyendo a las diferentes mieles mono-florales procedentes de

plantas melíferas medicinales sus propiedades curativas (Nahmias,

1980).

Si bien es cierto que la mayoría de las plantas medicinales también

son melíferas, no se puede generalizar y caer en el error de que

tengan sus mismas propiedades, ya que las sustancias activas, a causa

de los diferentes metabolismos de la planta, difícilmente llegan al

néctar y cuando lo hacen no es en la cantidad suficiente para que sean

eficaces.

En este trabajo se pretende pasar revista a las acciones y usos

farmacéuticos de la miel, comprobados por experiencias clínicas,

científicas o de uso popular, y que pueden llegar a explicar los

verdaderos valores terapéuticos de este producto apícola.



ETRATAMIENTO DE HERIDAS



La miel posee un gran poder antibiótico y emoliente, por lo que ha

sido utilizada desde siempre en el tratamiento de heridas, quemaduras,

úlceras, etc., debido a su contenido en una sustancia de efecto

antimicrobiano denominada inhibina (Dolci, Du & Dziao,l937). En los

papiros de Eberts y Smith, que datan de antes del año 1500 a. C. ya se

aconsejaba tratar con miel las heridas.



Hipócrates, en su obra "Consideraciones sobre el tratamiento de las

heridas", recomienda curarlas con miel.



Avicena, en su libro "Cánones de la medicina", escribe sobre la

eficacia de la miel en el tratamiento de las úlceras profundas

infectadas.



Plinio el Viejo (28-70, d. C) considera que la mezcla de miel con

aceite de hígado de bacalao es el mejor remedio para tratar las

heridas.



Según loirish (1985), el Dr. Lücke en 1933 propone tratar las heridas

infectadas con un ungüento a base de miel y aceite de hígado de

bacalao. El autor parte del hecho de que la miel actúa favorablemente

sobre la desinfección y cicatrización de heridas infectadas, mientras

que el aceite de hígado de bacalao contribuye a la regeneración del

epitelio. También cita las experiencias del cirujano ruso Krinitski,

que obtuvo buenos resultados al tratar 52 casos con este mismo

ungüento de miel y aceite de hígado de bacalao. Doce enfermos

presentaban osteomielitis, 7 estaban afectados de hidradermitis, 3

sufrían paranefritis y 30 mostraban quemaduras. Según sus

observaciones clínicas, la presencia de miel en la herida condujo a

una elevación brusca del glutatión en el humor de la herida, jugando

un papel importante en los procesos redox del organismo. Por tanto, se

estimula la división y el crecimiento de las células y, en

consecuencia, favorece la cristalización.



Ioirish (1985) también cita el caso de un médico ucraniano que

utilizaba la miel en el tratamiento de heridas y úlceras rebeldes que

cicatrizaban con dificultad. Relata el caso de un paciente mutilado de

25 años que tenía en el reverso de la planta del pie derecho una gran

cicatriz. En el centro de ésta tenía una úlcera de 3 x 5 cm con un

fondo profundo, de color gris brillante y con bordes necrosados. Este

estado persistía desde hacía meses, y después de aplicarle un ungüento

a partir de miel la herida cicatrizó al cabo de 22 días.



Heinerman (1988) recomienda la aplicación de miel en el tratamiento de

úlceras, lesiones herpéticas, grietas y llagas. Para las úlceras

varicosas crónicas, quemaduras y lupus eritematoso, aconseja una

mezcla de miel y vaselina (80: 20).



También indica que de 50 casos de ulceraciones de la piel tratadas con

miel, del 38-76% se curaron completamente, del 10-20% sufrieron

curaciones parciales y sólo del 2-4% no tuvieron ninguna mejoría, cosa

que demuestra la gran actividad cicatrizante de la miel en estas

afecciones y confirma la utilización de la miel incluso en cirugía

hospitalaria.



AFECCIONES CUTÁNEAS Y COSMETICA



Los antiguos tratados de medicina rusa, como comenta Ioirish (1985),

reflejan numerosos consejos sobre la forma de tratar las enfermedades

de la piel con miel. Indica que 27 pacientes que sufrían de forúnculos

y carbúnculos, fueron tratados exitosamente con miel. Asimismo,

resalta casos de curaciones de tuberculosis cutánea con la aplicación

de vendas impregnadas con miel.



La miel tiene una acción benéfica sobre la piel a causa de las

propiedades nutritivas, emolientes y bactericidas que posee y que la

convierten en un excelente cicatrizante, como hemos indicado. La miel

también nutre los tejidos epiteliales y las ramificaciones nerviosas

subcutáneas.



Así, la miel tiene buenas aplicaciones en cosmética a causa de sus

propiedades calmantes, demulcentes, antiinflamatorias, epitelizantes,

emolientes, hidratantes, refrescantes y tonificantes. Se puede

utilizar en forma de lociones, geles, emulsiones, soluciones, cremas,

jabones, ungüentos, stiks y pastas, entre otras formas, como indica

Propersino (1988).



Se considera a la miel como un buen remedio para las arrugas, según

Heinerman (1988), ya que proporciona suavidad y frescor a la piel.

Recomienda su aplicación en forma de mascarillas y es un buen remedio

para las pieles secas. Antiguamente, ya Hipócrates y Avicena señalaban

las propiedades de la miel para otorgar a la piel del rostro matices

de frescor y juventud. Como se ha indicado, la miel no sólo suaviza la

piel, sino que además la nutre.



Gracias a su propiedad higroscópica, absorbe las secreciones cutáneas

y actúa como desinfectante. Del mismo modo, la miel proporciona

elasticidad y tersor a la piel, borrando arrugas y asperezas. Los

baños de miel también ejercen una acción médico profiláctica sobre la

piel y sobre todo el organismo en dosis de 200-250 g de miel por baño.

Se pueden aplicar en baños fríos, tibios y calientes.

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