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martes, 23 de julio de 2013

La miel y sus propiedades (2)

DERMATITIS SEBORREICA Y CASPA



El Dr. Al-Waili NS (Dubai Specialised Medical Centre and Medical

Research Labs, P.O.Box 19964, Dubai, United Arab Emirates.

waili2000@hotmail.com) investigó el uso tópico de la miel pura como

tratamiento de la dermatitis seborreica y la caspa. Se seleccionó un

grupo de 30 pacientes que presentaban dermatitis seborreica del cuero

cabelludo, frente y tórax, se tomaron 20 varones y 10 mujeres con

edades de entre 15 y 60 años de edad. Estos pacientes presentaban

pérdida de cabello, picazón, enrojecimiento del cuero cabelludo,

ronchas secas con escamas secas, lesiones fisuradas y costrosas.



A los pacientes se les indicó aplicarse diariamente una mezcla de 90%

de miel pura con 10% de agua tibia y frotarse la zona en tratamiento

por unos 2 – 3 min, dejar esa área cubierta por la mezcla durante 3

horas y luego enjuagarse con agua tibia: El tratamiento se hizo

durante 4 semanas. Luego se los observó durante 6 meses, en cuyo

tiempo a la mitad se la siguió tratando con la mezcla de miel+agua una

vez por semana. La otra mitad del grupo en estudio se la tomó como

control.



Todos los pacientes respondieron favorablemente. En la primer semana

del tratamiento desapareció el picazón y enrojecimiento de la zona

afectada. Las lesiones cicatrizaron y en dos semanas desaparecieron

completamente. Agregado a esto, los pacientes señalaron mejoría en la

pérdida del cabello. Ninguno de los 15 pacientes tratados semanalmente

con miel mostró reaparición de sus síntomas, mientras que 12 del grupo

control sí volvieron a padecerlos, 2 – 4 meses después de haber

detenido el uso local de la miel.



La experiencia del Dr. Al-Waili NS, una vez más, comprueba que el uso

de la miel es curativa de procesos dermatológico tan frecuentes como

lo es la dermatitis seborreica y la caspa, principales causa de la

pérdida del cabello. Dr. HugoAguirre, Apicultor-Médico-Apiterapeuta,

Com. Direct. Soc. Arg de Apicultores



¿CÓMO ACTUA LA MIEL SOBRE LAS HERIDAS?



La miel dio buenos resultados en el tratamiento de la úlcera venosa de

las piernas, úlceras de las piernas de etiología diversa, ulceraciones

del pie de diabético, llagas átonas post-trasplante, abscesos y

quemaduras y heridas quirúrgicas infectadas en los miembros

inferiores. Todas las heridas tratadas se curaron, con la excepción de

las que iban asociadas a una insuficiencia arterial. Las infecciones

desaparecieron rápidamente, incluidas las causadas por Pseudomonas.

Queda comprobado que los apósitos empapados en miel son la mejor

modalidad de aplicación de la miel sobre una herida y de mantenerla

ahí por un tiempo suficiente. No obstante, previamente hay que

rellenar de miel las anfractuosidades de la lesión, de tal forma que

esté en contacto con toda la superficie dañada. Los senos infectados

pueden rellenarse de miel con la ayuda de un catéter. En el caso de

las heridas de fuerte exudación, se observó que con la renovación del

apósito también se quitaba la miel de encima de la herida, cuando los

tapones Gamgee (tapones de algodón de envoltura poco pegajosa

empleados como apósitos, como tapones compresivos para proteger la

herida contra el frío y los traumas) se empleaban empapados en miel,

dejando así la herida limpia para la aplicación del nuevo apósito. Con

los tapones adhesivos con alginato (tapones muy absorbentes y

biodegradables, con contenido de alginato, un producto extraído de

algas marinas) no se conseguía el mismo efecto. Varios pacientes se

vieron obligados a renunciar a este tratamiento, por considerarlo

demasiado doloroso. Algunos empezaron el tratamiento con una miel cuya

acidez había sido neutralizada, y así se comprobó que era la acidez de

este producto de la colmena lo que provocaba la sensación dolorosa.



Pese a su escaso tenor en agua "libre", la miel asegura un medio

húmedo para la cicatrización, que en estas condiciones se desarrollará

lo mejor posible. La miel no produce la deshidratación de los tejidos,

gracias a sus efectos osmóticos, sino que dirige los líquidos de la

circulación subyacente hacia los tejidos dañados. De esta manera,

encima del apósito se va formando una capa de miel diluida, que

impedirá su adherencia y, en consecuencia, evitará que con el cambio

del apósito se quite también el tejido nuevo. Otra consecuencia

favorable del efecto osmótico es que asegura a la herida el oxígeno y

los elementos nutritivos necesarios a los tejidos traumatizados, por

medio del flujo linfático que induce. Los componentes de la miel

aportan un suplemento de elementos nutritivos, que aumenta la tasa de

crecimiento del tejido de granulación. En este medio húmedo, la alta

osmolaridad de la miel protege el tejido cutáneo de la maceración y

sus propiedades antibacterianas impiden el crecimiento bacteriano. Su

gran viscosidad constituye una barrera protectora contra el riesgo de

infección cruzada de las llagas.



Un buen número de autores estiman que la actividad antibacteriana de

la miel se debe exclusivamente al efecto osmótico de los azúcares de

alta concentración que contiene. Pero hay numerosos estudios

microbiológicos que muestran que muchas mieles tienen componentes cuyo

efecto antibacteriano es más acusado que el de la osmolaridad. Aunque

el peróxido de hidrógeno, el agente antibacteriano mayor de la miel,

haya sido eliminado del arsenal de los productos de curación de las

heridas a causa de su efecto irritante, la concentración que puede

alcanzar al nivel de un apósito con miel (como regla general,

alrededor de 1 nmol/l en la miel) es varios miles de veces más floja

que la de una solución al 3% de peróxido de hidrógeno. La miel puede

ser un agente antibacteriano potente. Ensayos con mieles dotadas de

una actividad antibacteriana mediana mostraron que, incluso diluidas

diez veces o incluso más, son capaces de inhibir las especies de

bacterias que lo más a menudo infectan las heridas, siendo poco

importantes las variaciones de sensibilidad de las cepas de

Staphylococcus aureus y Pseudomonas aisladas en clínica.



Otro mecanismo a través del cual la miel elimina la infección de las

heridas está representado por su efecto activador del sistema inmune,

pues se ha señalado que estimula la mitosis de los linfocitos B y T y

activa los leucocitos neutrófilos. Hay más, suministra una importante

aportación de glucosa, fundamental para el crecimiento explosivo del

número de fagocitos.



Igualmente, la miel ejerce una acción anti-inflamatoria y estimula la

angiogénesis.

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