Viernes 15 de julio // Lección 3
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “La ley dada a Israel” y “Dios cuida
de los pobres”, Patriarcas y profetas, pp. 310-324, 570-577.
Los conceptos de justicia y misericordia se ven a través de todo el Antiguo
Testamento. Considera, por ejemplo, Deuteronomio 24:10 al 22. Nota las instrucciones
específicas dadas en esos casos. Podemos ver, claramente, la preocupación
divina por los pobres, los trabajadores, los que tienen deudas. Esta preocupación
no está expresada meramente en lenguaje abstracto y elevado acerca
del cuidado de los menos afortunados; en cambio, por lo menos aquí, también
se expresa en instrucciones prácticas y concretas acerca de qué hacer y qué no
hacer en circunstancias específicas, como el caso de un deudor o de un obrero
pobre. Estos conceptos son demasiado importantes para dejarlos librados a la
interpretación personal según la idea que cada uno tiene sobre la justicia y la
benevolencia. Nota, además, la forma en que el Señor les recuerda el lugar en
el que estuvieron una vez, cuando ciertamente se encontraban entre los menos
afortunados. “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto; por tanto, yo te
mando que hagas esto” (Deut. 24:22). Como cristianos, debemos tener siempre
presentes la gracia y el favor inmerecidos que Dios nos otorgó, no importa cuál
sea nuestra situación financiera. De este modo necesitamos, por las riquezas y
la abundancia de lo que tenemos en Cristo (Efe. 3:19; Col. 2:10), estar listos para
servir y ayudar a quienes necesitan nuestro servicio y ayuda.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿De qué manera la afirmación del cuarto Mandamiento, de que los siervos
deben descansar los sábados, reafirma la idea de la igualdad de toda la humanidad
ante Dios? Además, ¿debería esto ayudarnos a comprender, en general,
de qué forma debemos tratar con justicia a quienes trabajan para nosotros o a
aquellos que, hasta cierto punto, están bajo nuestro control? A su vez, ¿en qué
sentido la universalidad de lo que Cristo hizo en la cruz revela aún más fuertemente
la igualdad de todos los seres humanos ante Dios?
2. “Cuando la mente de Cristo llega a ser nuestra mente, y sus obras nuestras
obras, podremos ayudar como lo describe el profeta Isaías: ‘¿No es más bien
el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas
de opresión [...]?’ (Isa. 58:6). Determina qué necesitan los pobres y sufrientes;
luego, con amor y ternura, ayúdalos a cobrar ánimo, y a tener esperanza y confianza,
compartiendo con ellos las cosas buenas que Dios te ha dado”.−Elena
de White, Pacific Union Recorder, 21 de julio de 1904. ¿Cómo hacemos esto? Es
decir, ¿de qué manera compartimos lo que se nos ha dado en Cristo en una
forma tangible que realmente ayude a los necesitados?
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