Martes 5 de julio // Lección 2
El dominio que la humanidad tiene sobre “toda la tierra” (Gén. 1:26) ¿indica
que nuestro dominio no tiene límites? La historia bíblica indica que el dominio
(que también puede entenderse como “mayordomía”) tiene que tener límites.
Por ejemplo, Dios le dijo a Adán que el árbol del conocimiento del bien y
del mal estaba prohibido (ver Gén. 2:15-17). El primer pecado fue en el contexto
de la mayordomía. Adán y Eva traspasaron los límites que Dios le había puesto
al dominio de ellos. La creación todavía está sufriendo por ese traspaso de los
límites (ver Rom. 8:20-22).
Lee Éxodo 20:1 al 17.
¿Qué clase de “límites” se establecen aquí en
la Ley de Dios? ¿Qué nos dice la Ley acerca de los límites del dominio
humano?
En toda la historia humana (p. ej., Faraón, en Éxo. 1-14; Herodes, en Mat. 2),
hasta el fin del tiempo (ver Apoc. 13), personas con actitudes dominantes controladas
por Satanás intentan dominar aquellas cosas sobre las que no tienen
control legítimo. Imitan a Satanás, que tomó el poder y se hizo a sí mismo
“el príncipe de este mundo” (Juan 12:31). El dominio desvirtuado llega a ser
dominación.
Hay otros que rehúsan aceptar el control sobre aquello que debería estar
bajo su dominio (ver Mat. 25:14-30; Luc. 19:12-27).
Aun cuando el pecado hizo que el hombre perdiera el nivel de dominio
que le fue dado en la Creación, el dominio original no se perdió totalmente por
causa del pecado. Hay muchas cosas que están dentro de nuestros límites actuales
de responsabilidad: por ejemplo, el control de nuestras vidas personales
(ver 1 Cor. 9:25-27; Gál. 5:22, 23), y el cuidado de la Tierra y de sus criaturas, y de
todo lo que Dios nos ha otorgado (ver Sant. 1:17; Mat. 25:14-30). Necesitamos entender
cuáles son nuestros límites, y entonces actuar como fieles mayordomos
dentro de esos límites.
¿Cuáles son algunos límites específicos que necesitas respetar con respecto a
otras personas, como familiares, amigos, colaboradores? ¿Qué principios podemos
usar para saber cuáles son esos límites (ver, p. ej., Mat. 7:1, 12)?
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