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sábado, 25 de junio de 2016

Domingo 26 de junio – La mentira más grande del mundo. Matinal jóvenes «Si decimos que no tenemos pecado, […] no hay verdad en nosotros» (1 Juan 1: 8) En 1994 siete ejecutivos de las principales empresas de tabaco de los Estados Unidos comparecieron ante el House Energy Subcommittee on Health. Cuando se les preguntó si creían que la nicotina era adictiva, aunque se hallaban bajo juramento todos declararon que no creían que la nicotina fuera adictiva, a pesar de que sabían perfectamente «que sus empresas habían hecho todo lo posible para aumentar los poderes adictivos de la nicotina en los cigarrillos que vendían» (Robert Feldman, Cuando mentimos: Las mentiras y lo que dicen de nosotros, p. 19). Decir que la nicotina no es adictiva constituye una mentira de enormes proporciones, pero será esa la mentira más grande del mundo. Se cuenta que cierto rey quería averiguar la respuesta a dicha pregunta. Y para ello ofreció darle la posición más importante de su reino a quien pudiera contarle la mejor mentira. El día señalado, los aspirantes se presentaron delante del rey y narraron sus respectivas quimeras. Cuando hubo escuchado a todos los participantes, el monarca aseguró que no había oído la mentira más grande del mundo. Mientras reflexionaba en el asunto, le informaron de que uno de sus consejeros más preparados y confiables no había participado en el evento. El rey lo mandó a llamar y le preguntó: —¿Por qué no participaste en la competencia? —Majestad, lo lamento mucho, pero no puedo tomar parte en un evento de esa naturaleza —contestó el consejero. —¿Por qué no? —preguntó el rey. —Porque yo nunca miento. ¡Esa sí es una gran mentira! La Biblia dice cuál es la mentira más grande del mundo: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros» (1 Juan 1: 8). El verbo «pecar» lo conjugamos a diario. Yo, tú, él…, todos pecamos. Salomón, un gran pecador, dijo: «No hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque» (Eclesiastés 7:20). ¿Nadie? Nadie. Todo hijo de Dios, y tú eres uno, es proclive a cometer pecado. En lugar de pretender engañar a los demás y a nosotros mismos, nos será más provechoso que aceptemos la verdad: todos somos pecadores y, precisamente por eso, necesitamos al Salvador. #Necesitoalesús

Domingo 26 de junio – La mentira más grande del mundo. Matinal jóvenes

«Si decimos que no tenemos pecado, […] no hay verdad en nosotros» (1 Juan 1: 8)

En 1994 siete ejecutivos de las principales empresas de tabaco de los Estados Unidos comparecieron ante el House Energy Subcommittee on Health. Cuando se les preguntó si creían que la nicotina era adictiva, aunque se hallaban bajo juramento todos declararon que no creían que la nicotina fuera adictiva, a pesar de que sabían perfectamente «que sus empresas habían hecho todo lo posible para aumentar los poderes adictivos de la nicotina en los cigarrillos que vendían» (Robert Feldman, Cuando mentimos: Las mentiras y lo que dicen de nosotros, p. 19).

Decir que la nicotina no es adictiva constituye una mentira de enormes proporciones, pero será esa la mentira más grande del mundo. Se cuenta que cierto rey quería averiguar la respuesta a dicha pregunta. Y para ello ofreció darle la posición más importante de su reino a quien pudiera contarle la mejor mentira. El día señalado, los aspirantes se presentaron delante del rey y narraron sus respectivas quimeras. Cuando hubo escuchado a todos los participantes, el monarca aseguró que no había oído la mentira más grande del mundo. Mientras reflexionaba en el asunto, le informaron de que uno de sus consejeros más preparados y confiables no había participado en el evento. El rey lo mandó a llamar y le preguntó:

—¿Por qué no participaste en la competencia?

—Majestad, lo lamento mucho, pero no puedo tomar parte en un evento de esa naturaleza —contestó el consejero.

—¿Por qué no? —preguntó el rey.

—Porque yo nunca miento.

¡Esa sí es una gran mentira!

La Biblia dice cuál es la mentira más grande del mundo: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros» (1 Juan 1: 8). El verbo «pecar» lo conjugamos a diario. Yo, tú, él…, todos pecamos. Salomón, un gran pecador, dijo: «No hay nadie en la tierra tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque» (Eclesiastés 7:20). ¿Nadie? Nadie.

Todo hijo de Dios, y tú eres uno, es proclive a cometer pecado. En lugar de pretender engañar a los demás y a nosotros mismos, nos será más provechoso que aceptemos la verdad: todos somos pecadores y, precisamente por eso, necesitamos al Salvador.

#Necesitoalesús

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