ejemos por un momento a José de lado y metámonos en otra historia. Una historia de amores y fornicaciones. El protagonista principal es Judá, el cuarto hijo de Jacob y Lea. Luego que él y sus hermanos vendieran a José a los mercaderes madianitas, ¿a qué se dedicó? (38:1 y 2).
¡Sí, el muchacho se dedicó a procrear!
Indudablemente invirtió algunos años en esta tarea porque, ¿cuántos hijos tuvo y cómo se llamaron cada uno de ellos? (38:3 al 5).
Sin embargo estos primeros versículos son solo la introducción a lo que será el clímax de la historia.
Pasaron algunos años más, y el mayor, Er, ya estaba en condiciones de tener novia y casarse. Y de acuerdo a la tradición de aquellos tiempos, el papá eligió una esposa para su hijo.
¿Cómo se llamaba la chica? (38:6).
Recuerda este nombre porque lo vas a leer muchas veces a lo largo de este capítulo.
Esta chica no tuvo mucha suerte con su primer esposo. ¿Qué sucedió con él? (38:7).
¡Dios mismo lo mató! Esto es tremendo. La expresión “ser malo ante los ojos de Jehová” no es superficial ni simbólica. Con estas palabras se enfatiza que la persona, deliberadamente, hacía lo malo aun conociendo sus consecuencias y sabiendo que Dios lo repudiaba. Es una conducta deliberada hacia la práctica del pecado. Es un estilo de vida basado en la maldad. Es como si la persona pensara: “¿A Dios le desagrada esto? ¿Es malo? ¿Es pecaminoso? Bueno, entonces a mí me gusta y lo hago. Y lo que Dios piense a mí no me importa para nada”. Dios mismo le quitó la vida.
¿Qué decisión toma Judá? (38:8).
¿Qué hace Onán y cómo termina su vida? (38:9 y 10).
¡Pobre chica! Todavía no puede disfrutar de un matrimonio estable y tranquilo porque los hijos de su “querido suegro” son de lo peor.
¿Entiendes lo que hacía Onán? Después de cada relación sexual y cuando ya estaba listo para eyacular, en vez de continuar con el coito, ¡eyaculaba su semen en la tierra! (“vertía en tierra”). Con este primitivo y poco eficiente método anticonceptivo, Onán se aseguraba que su esposa no quedara embarazada y de esta manera no le daba descendencia. De hacerlo, serían los “hijos de su hermano”, y todos los beneficios y derechos económicos serían para ellos y ¡no para él!
Fue por esta actitud que Dios también lo mató a él.
Muchos maestros y enseñadores de la Biblia usan éste pasaje para decirte que “el onanismo” (palabra que proviene de Onán y que se asocia a la masturbación) es un pecado que Dios castiga. ¡Naaaadaaaaa que veeeeeeer!
¡Dios NO lo castigó a Onán porque él eyaculaba en la tierra, en el calzoncillo o donde fuere! ¡Dios lo castigó por rehusarse a darle descendencia a su hermano!
¿Qué le propuso Judá a Tamar? (38:11).
¿Y qué sucede entre ellos después de la muerte de la esposa de Judá? (38:12 al 18).
La chica (disfrazada de prostituta) se embaraza de su propio suegro. No tenía ganas de esperar a que el más chiquito creciera. Cuando Judá se entera que ella estaba embarazada ¿qué hace? (38:24).
¡Estaba muy enojado porque ella había tenido sexo vaya a saber con quién! (38:25-30).
¿En qué te deja pensando todo esto?
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