La primera mujer que estudió y ejerció la medicina en República Dominicana, Andrea Evangelina Rodríguez.
Andrea Evangelina Rodríguez Perozo nació de cuna muy humilde en la ciudad de Salvaleón de Higüey, República Dominicana, el 10 de noviembre de 1879, aunque algunos historiadores señalan que fue en 1880 y en el poblado de San Rafael del Yuna. Lo que sí es seguro es que su niñez se desarrolló en San Pedro de Macorís.
Formación
Realizó sus estudios en el Instituto de Señoritas de la “sultana del Este”, del que luego sería directora, siendo una de las tres primeras maestras normales de segunda enseñanza en dicho centro, fundado y dirigido por Anacaona Moscoso. Sin embargo, su sueño era el de ser doctora para ayudar a los enfermos pobres y a los desvalidos.
En 1903 ingresa en la Escuela de Medicina del Instituto Profesional en Santo Domingo y en 1911, ocho años más tarde, cuando contaba 32 años de edad, logra recibirse como Licenciada en Medicina, presentando una tesis de grado sobre Niños y excitación sexual que levantaría una ola de admiración y favorables comentarios.
Su padrino de tesis fue el destacado médico Francisco Moscoso Puello.
Sin embargo, no es sino hasta 1914, cuando Evangelina recibe su título de Médica, del ya transformado Instituto Profesional en Universidad de Santo Domingo por decreto del entonces Presidente de la República, Ramón Báez, convirtiéndose en la primera médico dominicana.
Logros Evangelina hace su pasantía en el poblado de Ramón Santana y se traslada a París en 1921, donde permanece hasta 1925 para realizar cursos de especialización en las siguientes maestrías: Ginecología, Pediatría, Obstetricia y Otorrinolaringología.
Fiel a su preocupación por la mujer y el niño, fundó varias instituciones entre las que se destaca el Centro de Protección a la Infancia y a la Maternidad.
Abogó por la creación del Día del Niño, el Desayuno Escolar, Zapato Escolar y de la Gota de Leche.
Por primera vez imparte educación sexual a jóvenes de séptimo y octavo grado.
Crea el Dispensario Antivenéreo donde atiende gratuitamente a hombres y prostitutas.
Ayudó a cuidar leprosos y tuberculosos y, adelantándose a su época, es la primera en dictar charlas sobre control de la natalidad y planificación familiar.
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